Formulamos afirmaciones relativas,
contradictorias en contenido
que unas a otras se pisan, se ahogan,
perdiendo valor en cuanto escapan de la boca
y que no soportan una sencilla
e incomoda cuestión:
¿De qué a favor y de qué en contra?
Ahí el embuste nace
como natural criatura de un mundo vil.
En el que las caras falsas abundan
y son un ejemplo maldito
que la mayoría se anima a seguir.
Pero, ¿qué es todo esto?
¿Quiénes creemos que somos?
Viviendo en un sueño
en el que hemos dejado de sentir,
los muchos discuten y balbucean,
sincronizando agendas asesinas
en busca de una parte putrefacta
del cadáver en el que han convertido el festín.
La gran masa, festín, ante esto
se vuelve a esconder,
sabiéndose la presa
de una bestia de miedo negro
que no duda en clavarnos su quijada en la sien.
Terror y odio en las venas sin riego
negándonos opción de cambio ni de elegir.
Los pocos enloquecen,
aceptando revelaciones limpias
que cuando habitan en las visceras
son difíciles de digerir,
otros se pierden en el camino,
cansados y desorientados
en esta contienda absurda
que nos han plantado por sobrevivir.
En un terreno seco y horadado
donde las voces se levantarán,
cual hábil disparo de honda
de un débil David desconcertado
hiriendo de muerte a su eterno opresor Goliath.
Paciencia y fuerza
para este camino circular
donde la evolución es y será principio y fin.
Símbolo de este viejo planeta,
que aún malherido, otra vez se pone en pie
dispuesto a combatir.
Hasta que llegué la ocasión
primará lo egoista y fugaz,
la cárcel del momento.
Lo hemos querido así.
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