Caemos en la vorágine
arrastrados tercos sin pensar,
con un dolor en el costado
que nos molesta y entorpece
el camino ya trazado,
pues nos hace despertar.
Sangre en las venas
como perfeccionamiento del yo,
donde las dudas son astutas
arcanas ya curtidas
hacedoras de preguntas,
sometidas por la intuición.
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